EDITORIALES

 

TRES BUZOS MUERTOS EN DOS SEMANAS

Día 18 de diciembre de 2005: J. J. A. de 49 años, buzo de la factoría de Navantia en San Fernando (Cádiz), pereció cuando realizaba operaciones de introducción del buque "Rotterdam" en un dique de la planta gaditana.
Día 2 de enero de 2006: J.C.G.P. de 31 años, buceador profesional, falleció mientras realizaba una inmersión en las obras de ampliación del Puerto de Castellón.
Día 3 de enero de 2006: I. M. de 27 años, buceador profesional, falleció cuando se encontraba trabajando a 50 metros de profundidad en Cartagena (Murcia).

 

Cada vez mueren más jóvenes y de seguir así, los buceadores profesionales están abocados a una muerte casi segura.

Increíblemente, las Administraciones Autonómicas no hacen nada y el Estado, menos.

¿Cuántos buceadores profesionales muertos habrá que poner encima de las mesas de los despachos de los responsables políticos para que se den cuenta de que tienen que actuar con carácter de urgencia?

 

El buceo profesional en España está desorganizado, desestructurado y desprotegido.

 

El trabajo de buzo requiere de una gran movilidad geográfica. Hoy trabajan en Catalunya, mañana en Canarias y pasado, en cualquier presa del interior peninsular. Muy pocos trabajan con contratos indefinidos y han de "buscarse la vida" para mantener a sus familias, dentro de un sector en el que la seguridad laboral y la humanidad son mera anécdota.

 

No existen inspectores que controlen los trabajos porque no saben qué es lo que han de hacer. Evidentemente, desconocen totalmente cómo se han de realizar los trabajos altamente especializados que llevan a cabo estos profesionales, para cumplir con unas mínimas condiciones de seguridad, efectividad y, sobre todo, dignidad.

 

Los buceadores profesionales no existen para la Administración. Por no tener, no tienen ni epígrafe en la Seguridad Social. 

 

Unos cotizan como paletas, otros como metalúrgicos y, los que tienen suerte, como "marineros-buceadores". Y digo suerte porque estos "marineros submarinos" cotizan por el Régimen Especial del Mar (REM) y se les aplica el coeficiente reductor para poder jubilarse antes. Aunque menos que a los estibadores (...).

 

¿Cómo puede ser que un buceador profesional tenga que estar trabajando hasta los 65 años, debajo de petroleros, pilares sumergidos de puentes, obras portuarias, centrales energéticas, etc. con un alto índice de peligrosidad y que requiere de una condición física y psíquica a toda prueba?.

 

Se juegan la vida en todos sus movimientos y hacen posible la producción de combustibles, la construcción de puertos, la reparación de buques. Gracias a ellos, podemos conocer nuestra historia, mantener nuestro ecosistema, producir alimentos. Realizan una labor social cuando devuelven a sus familias las personas desaparecidas bajo las aguas y velan por la seguridad de personas, zonas, buques e instalaciones.

 

Los buceadores profesionales merecen que se les tenga en cuenta. Merecen que se les responda a su grito de auxilio.

 

El Estado y las Administraciones Autonómicas han de actuar de oficio y facilitar la creación de un organismo que regule y normalice el sector del buceo profesional en España. De forma inmediata, han de convocar a los que, en mucho o en poco, representan al sector.

De lo contrario, los buceadores profesionales tienen los días contados. Su profesión... y sus vidas.

 

                                                                                                                        Toni Serra.

                                                                                                                          Director.

                                                                                                                   31 de enero de 2006